El misterio de caperucita, el peso de la sociedad sobre aquella dulce señorita en flor.
Lo que hay que hacer, lo que hay que amar, lo que hay que soñar.
En la nostalgia de lo que debe y lo que no, no he tomado ninguna decisión, tan medida yo en ciertos aspectos, tan apasionada en otros.
Se ama porque se ama, muchas veces sin medir, el dónde y el cuándo, se ama y eso, a veces, tiene que ver con un precio muy alto. Saltar al abismo sin cuerda alguna, soltar las cadenas, para embarcarse en otros surcos.
No soy caperucita, no tengo hijos, no me he casado, aun no he consumado los canónes sociales de familia, todo eso tiene un precio alto, no encajar, no ser parte de...
Aunque reconozco que soy el molde perfecto, ordenadita, bien portadita para obedecer a la autoridad, por alguna razón no soy parte de esto ni de nada.
Me canso de ser mujer, esa que quieren que sea.
Ver perder la vida en la absurda violencia, en la voluntaria incompetencia para ser.
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