lunes, febrero 19, 2007

Esclavo de su hacer...





Se nos habla demasiado de las ventajas y comodidades de la famosa tecnología, de la rapidez de las comunicaciones, se nos habla de lo cerca que estamos de cualquier lugar del mundo.
Se desechan carreras y puestos de trabajo, que son reemplazados por la información envasada, los computadores u otras máquinas sofisticadas son las encargadas de hacer estas labores. Pero en realidad esta aparente mejoría, trae graves consecuencias, cada vez más, nos dispersamos en el caudal de avances.
No estamos cerca de cualquier lugar, estamos lejos, tan lejos, que nuestras manos se escapan, nuestras risas se diluyen en teclas de “banda ancha”. Perdemos, perdemos todo aquello que significa el sentir a alguien a nuestro lado, estamos perdiendo lo maravilloso que puede ser el tacto, los gestos, el brillo de los ojos, que nunca una cámara tomará en su totalidad.
Ese abismo que ya existe en las relaciones humanas se acrecienta, ya no importa el arrojo de pasión, los abrazos, la importancia de una caricia.
Nos vemos sumidos en una pantalla, es como si fuéramos los narcisos de ese espejo que refleja, aquello incompleto, el conformismo que nace de no decir nada, de ya no preguntar, ya no hay asombro, parece que todo se hubiese visto. Como si no quedasen suspiros, palabras perdidas que esperan ser encontradas.
Hombre nuevo, nuevo esclavo de su materialidad, de su hacer, faceta nunca vista de esclavitud.
Debemos encontrar una forma, una manera de “utilizar” las cosas, no depender de aparatos, que despersonalizan, unifican, que alejan la creatividad y la capacidad de ser distinto.
Mis palabras no son nuevas, han sido dichas en diferentes formas y maneras, de tintes, colores, sabores y tamaños distintos, hay algo que falta, hay algo detrás del mutismo, de esa absorción pasiva, de nuestro soplo vital de ser. No de ser lo que otros quieren, lo que esa sintonía enajenante nos tiene guardado.
Somos los amantes de la evasión, de la admiración de figuras que brillan sin ser oro. Nos escapamos del dolor pleno, de lo que no entendemos, porque se prefiere matar el tiempo, antes que salvarlo. En esta simple acción de no tomar en cuenta, se esconde eso que al ser tan notorio no se muestra.
Y seguimos levantándonos, caminando viendo televisión, estudiando. Pero detente un momento, respira. Busca lo primigenio, aquella aberración o lo más maravilloso que se oculta, aquello a que toda ciencia apela, lo que todos sin excepción quisieran saber sin quererlo.
Es tarde y descabellado cortar cables y botar computadores, esa no es la solución ni la respuesta, lo cierto es que los seguiremos utilizando, pero lo distinto puede ser la manera como nos enfrentamos a ellos, la forma en como queramos recuperar lo nuestro, lo que se va al parecer, para ya no volver. Nuestra mirada debe posarse en aquello que no vimos y se dispersa en la red.
No podemos caminar sin voz, ni tiempo, no podemos volar sin soñar, necesitamos una reflexión, un hacer mucho más propio profundo y humano.


IVY.